¿Qué es el Aikido?
El aikido es un arte marcial creado por el maestro japones Morihei Ueshiba en las primeras décadas del siglo XX, basándose en una intensa práctica y un conocimiento profundo de diversas escuelas y estilos de lucha, y muy especialmente del arte de la espada.
Desde siempre, Ueshiba acompañó su aprendizaje con una profunda reflexión, que acabó orientando su arte no hacia la idea de alcanzar la victoria, sino la de encauzar y disolver la raíz misma del conflicto. De acuerdo con este planteamiento, dio a su creación el nombre definitivo de aikido, que podemos traducir como el camino o método para la unificación del ki.
Para una mente occidental resulta bastante difícil captar el significado de esta expresión, pues la noción de ki, común en las culturas extremorientales, es completamente ajena a nuestra cosmovisión. Solo de un modo aproximado e imperfecto podríamos traducirlo como energía. Y es que, en realidad, resulta ser un concepto bastante esquivo desde un punto de vista meramente intelectual, pues no responde a una formulación teórica o a algo inmediatamente tangible; se trata más bien de una laboriosa experiencia vital.
A partir de aquí, podemos intuir que ideas como que el aikido consiste en aprovechar la fuerza o el impulso del contrario para derribarle no son sino simplificaciones empobrecedoras. El asunto es otro. Tal y como explica el maestro Kitaura, podemos asumir que el aikido busca conectar con la corriente de ki de tu oponente para, unificándote con ella, convertirla en un único flujo, que anula la idea de oposición, porque anula la idea de dualidad.
En este contexto, subyace como referencia la noción de combate, y no se pude ovbiar nuestra materialidad real, pero la relación entre los practicantes deja de estar enfocada hacia las técnicas de luxación, proyección o inmovilización, para devenir cada vez más un asunto de ki.
Así concebido, el aikido es una inagotable vía de exploración, una práctica abierta a todo tipo de personas, donde cosas como la fuerza, la maña y otras semejantes pasan a un segundo plano, en favor de una concepción más profunda, sin límite de edad ni de perfección.
© Asociación Cultural Aikikai Valladolid
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